Sexta Estación
LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
La sexta estación se atiene fielmente al esquema general de suceso y meditación pertinente. En la primera décima, queda descrita, en tercera persona, la conocida escena en que la Verónica enjuga piadosa el rostro de Cristo, que en prenda queda impreso en el lienzo. En la segunda estrofa, es el sujeto lírico quien, en primera persona, se adelanta para apropiarse de la situación, pidiendo a Jesús que le instale su imagen bendita en el lienzo de su alma, haciendo, en el proceso posible, referencia expresa a su boca pacificadora, a su rostro doliente y a su mirada luminosa
Séptima Estación
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
"Largo es el camino y el Cireneo se rinde". El poeta culpa al cansancio y abstención del Cireneo la segunda caída de Jesús, que se desploma "como un escombro humano". El sujeto lírico se pregunta dolorido por el sentido de esta reincidencia torturante, y descubre al punto la necesaria ejemplaridad para quien, como él, la pugna existencial, "luchando por él", le ha de inferir similares caídas, circunstancia en la que espera de Cristo le preste puntual ayuda, tendiéndole entonces la mano salvadora
Octava Estación
JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
Nos pinta esta estación la composición del encuentro con la piadosas mujeres, único momento de la vía dolorosa en que Jesús responde atento a tan valientes interlocutoras, invitándolas a verter tan compasivo llanto, en momento el más relevante, sobre ellas mismas y sus propios hijos.
"Pero, ¿quién por ti no llora?" El poeta, para sumarse con bien al lamento de la común compasión, pide al Maestro de todos los dolores que no le falte don de lágrimas con que llorar "dulce y amargo llanto", por Cristo y por sí mismo, en desigual proporción: "por mí tibio y por ti yerto".
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