DECIMA-UNDECIMA ESTACION DEL VIACRUCIS


Décima Estación
JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
 
Vuelve el autor a la propuesta general compositiva, desde la estrofa inicial motivadora, con la escena, ahora ya estática, del despojo de las vestiduras con que se cubre Jesús, de lo que destaca el poeta el sonrojo consiguiente y la paradoja de que se llegue a desnudar a quien viste las flores.
Esta condición creadora del Hijo de Dios es la que le autoriza al escritor el consiguiente desarrollo, a nivel de aplicación personal, de la segunda décima, con el ruego simbólico de serle devuelto el "tesoro de las propias flores marchitadas"



Undécima Estación
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ

El autor narra en segunda persona, para sentir más cerca la presencia de Cristo, la escena crucial de la crucifixión: cordeles, clavos, hiel, son los instrumentos martiriales con que se compone la crueldad extrema que ennegrece el ámbito inhabitable del monte de la Calavera.
El poeta se detiene en un gesto altamente significativo: la inaudita docilidad que imprime a su aceptación de la obra del Padre, en la oferta voluntaria y sumisa de manos y pies, en prenda de la vida eterna que estrena el ladrón oportunamente arrepentido.

 

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