SEGUNDA-TECERA ESTACION DEL VIACRUCIS
Segunda Estación
JESÚS CARGA CON LA CRUZ
La primera estrofa nos presenta un pasaje descriptivo de Jesús bajo el madero, cuyo peso curva sus espaldas. Sobre el claroscuro de un pueblo que bulle en fiestas. El escritor personifica su compasión en el tacto de su propia carne que imprime un beso caritativo en la cara lacerada del divino reo.
Tercera Estación
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
La primera caída de Cristo, abrumado por el tormento, arrecia sobre su espíritu desolado desde el supremo agravio de la soledad y la situación límite de la impotencia de un hombre que lleva velado a Dios en las costuras de su compleja personalidad: no hay quien le acerque una mano, dispersos sus amigos. Es, por contra, un latigazo quien le urge al obligado esfuerzo de reunir sus fuerzas para emprender la marcha.
JESÚS CARGA CON LA CRUZ

Hay un cruce paradójico de realidades trascendidas: la salvífica gesta del sufrimiento de Cristo invierte el orden lógico de cielos y tierra, en cuanto reviste de afrentas la persona del Hijo de Dios, para surtir de gloria y liberación a quien le crucifica. Tan honda pugna le sugiere al poeta, en el ánimo contrastado de Cristo, un talante de lucha por el hombre, con que el divino soldado se lista como abanderado de la cruz
Tercera Estación
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ

La descripción dramática de este cuadro se atiene al esquema común del diálogo ponderativo con Cristo mismo, desde la distancia que salvan la fe y la compasión cristiana. Se trata de una actualización meditativa que esta vez invade incluso la segunda décima de la composición global, en la que se presenta a Jesús como víctima propiciatoria, "como el cordero que viera Juan", y que se ofrece "por el mundo y sus pecados". Los dos últimos versos se los reserva el poeta para su propia inclusión identificativa particular precisamente con quienes "le herían"
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